miércoles, 4 de febrero de 2009

EL PAÍS VASCO y Navarra existen con muchos aspectos sobresalientes, como nunca, pero truncados
Veraneo en Donostia
La Vanguardia - 03:30 horas - 08/09/2000
ERNEST LLUCH Tengo un amigo que acostumbra a veranear en Donostia-San Sebastián. Volver a ella este verano era difícil porque el riesgo de la violencia ha crecido notablemente. Dado que mi amigo tuvo un alto cargo, su riesgo estaba por encima de la media, lo que quedaba acentuado por no pertenecer al estricto mundo nacionalista. Le aconsejaron que este año no acudiera a la Concha por una mínima prudencia, y razones tenían. En cambio, otros le decían que si vigilaba, el riesgo era muy reducido. Influyó en la decisión última de ir el que muchos de sus amigos corren este riesgo durante doce meses y se callan, por lo que no era muy consecuente la presentida ausencia veraniega.

Estuvo en Donostia pero con una autovigilancia considerable. Dos veces al día y dos por la noche se repasan los bajos del coche, y antes de salir, otra. No es recomendable comer en San Sebastián, sino salir fuera y a distintas horas. Los paseos por la ciudad deben ser evitados y en todo caso las salidas deben ser breves e inesperadas. La playa debe ser visitada con tiento. Al salir de casa, hacerlo por puerta lateral y mirando a ambos lados. Hay partes de la ciudad, como "lo viejo", que están prohibidas. Todas estas precauciones no han sido en muchos casos suficientes, por lo que le indican a mi amigo desde áreas oficiales que hable con la subdelegación correspondiente. Lo hace, le tratan amablemente y a los cinco días le dan alguna respuesta. Mi amigo me dice que las tres primeras semanas le fueron soportables, pero que los últimos cuatro días le sobraron. ¿A qué quejarse si muchos viven aquí todo el año y todos los años?

La situación es difícil, pero la ciudad y toda Guipúzcoa continúan siendo maravillosas. Mi amigo, que es catalán, ve los colores de la "senyera" en los caballos de la cuadra Montsià en la Gran Copa de Oro. Recuerda con nostalgia cuando esta cuadra ganó hace un par de años a la de Lorenzo Sanz. Las traineras en Zumaia llenan una mañana. Los ecos del Festival de Jazz no se han extinguido cuando la quincena musical, que dura más de tres semanas, transcurre por una de sus mejores versiones y con grandes llenos. Bach, Zimmerman, Zacharias, Mahler, María José Moreno son cinco de los nombres, a los que añadiría al menos Shostakovitch. Los "pintxos" o los restaurantes, como siempre o como nunca. La prensa informa del inminente festival de cine. La ciudad luce en todo su esplendor, aunque el asesinato no le sienta bien.

Le pregunto a mi amigo "veraneante" por qué cree que el sentimiento de inseguridad es tan alto. La principal respuesta es que ETA continúa organizada y no rebajó su organización durante la tregua, aunque las fuerzas de seguridad parece que la rebajaron. Pero al lado de esto figura la inseguridad que introduce la continuada disputa de dos partidos que incluso llegan a erradicar la esperanza. Como si de uno u otro partido dependiera que ETA matara, aunque sería buena una situación política menos tensa. Este enfrentamiento no parece tener fin, pero lo grave es que se mate. Sin embargo, mi amigo piensa que lo más negativo es la espectacular quiebra de la eficacia policial. Aclara que piensa que la acción policial debe estar integrada en una visión política, pero ante la muerte no debe faltar.

El conjunto de las fuerzas de seguridad no ha detenido a más de una docena de personas en este 2000. La parte detenida por la Ertzaintza ha sido puesta en buena parte en libertad por los jueces a falta de "pruebas concluyentes", mientras que la correspondiente a la Guardia Civil está a recaudo. Unas cifras que parecen bajas al ser casi iguales a las de víctimas mortales en este mismo año. Mi amigo veraneante afirma que en 1993, con 14 asesinatos, se detuvieron 123 "etakos" con 13 comandos desarticulados. ¡Cuánta diferencia! El número de detenidos en los años anteriores -121 en 1990, 107 en 1991 y 168 en 1992- estaba también en un nivel de "productividad" muy superior al actual. Las cifras se pueden discutir poco, aunque, con declaraciones de firmeza aparente, se pueden esconder. Si hablásemos de comandos y no de detenidos, veríamos que el tiempo pasado fue mejor como si la anterior vera fuera más eficaz.

Menos palabras y más hechos. La gran caída anunciada hace ya semanas en Palma de Mallorca no acaba de llegar, a lo mejor porque "se telegrafió el pase" o porque se refiere a segmentos no vitales. Piensa mi amigo que hay que hacer esfuerzos para atraer los partidos demócratas hacia una Constitución leída, no releída, con "fresca y flexible mirada", según la expresión del presidente del Tribunal Constitucional, pero sin la pierna policial no se puede hacer nada. La baja de la eficacia policial es considerable y responsabilidad de los dirigentes políticos. Mientras tanto, el País Vasco y Navarra existen con muchos aspectos sobresalientes, como nunca, pero truncados. Comprendo el riesgo temporal de mi amigo pero, sobre todo, el más duradero que sufren tantos vascos y tantos navarros. Y aun víctimas como en Sallent de Gállego. Lástima, puesto que Donostia es fantástica.


ERNEST LLUCH, catedrático de la UB

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